top of page

El Hombre Sabio y la Mujer Maravillosa

  • Foto del escritor: samuel gaitan
    samuel gaitan
  • 31 dic
  • 2 Min. de lectura

En un pequeño taller de arte y tejido, lleno de colores y texturas, un Hombre Sabio y una Mujer Maravillosa se cruzaron por primera vez. Él, con su experiencia acumulada y una calma que invitaba a la confianza, había decidido explorar su lado creativo después de años de trabajo como independiente. Ella, joven pero con una profundidad que desbordaba su edad, buscaba en el arte un refugio mientras estudiaba inglés, su pasión y puerta hacia el mundo.


Desde el principio, sus conversaciones fluyeron como un río tranquilo. Compartían risas sobre pinceladas mal dadas y reflexiones profundas sobre la vida mientras entrelazaban hilos en sus manos. No eran exactamente amigos, ni tampoco amantes, pero su conexión era única, una mezcla de cariño y admiración que trascendía etiquetas.


Las charlas se extendieron más allá del taller. A través de WhatsApp, continuaron explorando su vínculo. Ella tenía una paciencia infinita, y su amor por las palabras la hacía expresar sus pensamientos con calidez. Él, con su manera sabia y pausada, respondía con mensajes llenos de consideración y dulzura.


Una tarde decidieron salir juntos a un centro comercial. Entre cafés, tiendas y risas, parecía que el mundo se detenía. Eran simplemente ellos, disfrutando de la compañía mutua sin la presión de definir lo que compartían.

—¿Qué somos? —preguntó ella en un momento, medio en broma.

—Somos... lo que queramos ser —respondió él con una sonrisa enigmática.


El año avanzó, con él trabajando de manera independiente y ella perfeccionando su inglés. Su pasión compartida por los idiomas les dio nuevas razones para hablar: desde curiosidades lingüísticas hasta sueños de viajar y conocer culturas diferentes. Sus encuentros seguían siendo especiales, pero el tiempo comenzó a apretar, como lo hace siempre hacia el final del año.


Cuando llegó diciembre, la Mujer Maravillosa tuvo que despedirse durante un mes. Era un tiempo necesario, pero doloroso. Sus charlas disminuyeron, y la calidez que los había unido comenzó a enfriarse. El Hombre Sabio, aunque lo entendía, no podía evitar preguntarse si lo que tenían sobreviviría a la distancia.


Con el comienzo del nuevo año, las aguas parecían frías. El reencuentro estaba en el aire, pero también la incertidumbre. ¿Sería un invierno de despedidas definitivas o una chispa que encendería nuevamente el fuego?


En un día cualquiera, él decidió enviarle un mensaje:

—¿Te parece que nos tomemos un café y hablamos sobre todo lo que viene?


Ella respondió casi de inmediato:

—Claro, siempre me encanta hablar contigo.


Y así, aunque ninguno de los dos sabía con certeza qué les depararía el futuro, ambos tenían claro que no querían perder lo que habían construido. Si sería el final o un nuevo comienzo, solo el tiempo lo diría. Pero ambos estaban dispuestos a averiguarlo juntos, porque a veces el amor no necesita definirse para ser real.

ree

 
 
 

Comentarios


485 243 111

©2022 por Mi gran amor secreto libro. Creada con Wix.com

bottom of page