top of page
Buscar

La Luz viajnte mas rapido 300km y su Milagro Cuántico solo verdad poema secreto 2

"Fotón sin sombra"


La luz viaja a trescientos mil kilómetros

por segundo: cifra exacta, fría letra.

Pero en su núcleo, cifra de secretos,

late un milagro que la ciencia encuentra.


No es partícula ni onda, es ambas cosas:

en superposición de rutas raras,

el fotón elige todos los caminos

y borra los que alteran su jornada.


No pesa, no se cansa, no se dobla,

solo ante el ojo humano se desnuda.

Es la frontera cósmica que Einstein

grabó en ecuaciones como cláusula.


Si el tiempo es un río, ella es el puente

que salta entre el ayer y el quizás urgente.


Segunda parte (verso libre):


La luz no viaja... es viaje:

su velocidad es un teorema

escrito en el vacío cuántico,

donde el espacio se contrae

y el fotón, sin masa que lo ate,

rompe las cadenas de la gravedad.


Es mensajera de superposiciones,

túnel de incertidumbre,

huella sin cuerpo que atraviesa

galaxias como si fueran espejos.


Y cuando creemos medirla,

solo atrapamos su sombra:

el eco de un relámpago eterno

jugando a ser dios en la ecuación.


"La Luz y su Milagro Cuántico"


La luz viaja más de trescientos al segundo,

mil kilómetros por cada parpadeo,

como un suspiro que cruza el mundo

antes que el pensamiento le dé deseo.


No es magia —es ciencia en su fulgor primero—

la luz, mensajera de cuanto existe,

tejida en fotones, sin masa, sin sendero,

surca el vacío, eterna, libre, triste.


¿Y por qué tan veloz, sin freno ni demora?

Porque no carga peso, ni forma definida,

y vive en la frontera que el tiempo devora,

donde solo el instante le da su vida.


Allí reina la cuántica, su madre y oráculo,

donde todo es posible: ser y no ser,

superposición como un canto oracular

que baila entre estados sin escoger.


La luz no elige, simplemente es

onda y partícula en su propio edén,

hasta que la miras y entonces tal vez

elige una cara, y deja la sien.


Su velocidad, el límite del todo,

el borde del universo en expansión,

constante sagrada, invisible modo

de medir el pulso de la creación.


Así la luz, milagro sin altar,

viaja no porque quiera, sino porque es ley,

un destello que vino a revelar

el misterio de cómo y por qué.


La luz, reina del cosmos


La luz viaja más de trescientos mil kilómetros,

un susurro que cruza el vacío sin demora,

su velocidad es un prodigio insondable,

un milagro inscrito en la faz de la aurora.


Es cuántica danza, onda y partícula a la vez,

un misterio que desafía nuestra razón;

fotones que fluyen en superposición,

en un entrelazado abrazo de creación.


¿Por qué tan veloz? La respuesta está escrita

en las leyes del cosmos, donde el tiempo se inclina:

la luz no conoce ataduras ni masa que la limite,

es pura energía, constante divina.


En su viaje eterno, la relatividad la guía,

Einstein nos mostró su elegante verdad:

mientras el espacio y el tiempo se doblan,

la luz sigue siendo siempre la misma realidad.


Superposiciones, caminos simultáneos,

ondas que colapsan al ser observadas;

la luz, en su esencia, es la dualidad,

la clave de lo que aún no hemos desvelado.


No hay mayor rapidez en este universo vasto,

pues ella marca el límite, la frontera del ser;

viaja por dimensiones que apenas vislumbramos,

nos enseña que todo puede fluir y estallar.


Es mensajera de galaxias distantes,

portadora de secretos desde el Big Bang,

testigo silente de mundos perdidos,

y faro que ilumina nuestro anhelo de avanzar.


Oh, luz, eres la voz del cosmos infinito,

la partícula que nunca descansa ni cesa,

tu velocidad es poesía pura,

un himno eterno a la ciencia y la belleza.


Más de trescientos mil kilómetros, cada segundo veloz,

la luz, mensajera cósmica, despliega su precoz

carrera por el vacío, un portento sin igual,

un milagro que la ciencia desvela en su umbral.


No hay materia que la alcance, ni fuerza que la iguale,

su danza cuántica es única, su velocidad no exhala

cansancio ni resistencia, pues su ser es diferente,

un ondular y un corpúsculo, en superposición presente.


Como onda, se propaga, vibrando en campos sutiles,

electromagnéticos la guían, por senderos invisibles.

Y como partícula, fotón, un paquete de energía,

salta cuánticamente, sin fase intermedia, con osadía.


La cuántica nos revela su naturaleza dual,

donde el ser y el no ser coexisten, en un estado espectral.

La superposición le permite tomar todos los caminos,

sin elegir uno solo, burlando los destinos.


Así, mientras la materia se arrastra, pesada y terrenal,

la luz, con su esencia cuántica, rompe toda barrera espacial.

No sufre la inercia, no siente la fricción del viento,

es pura energía danzante, un instante, un momento.


Por eso viaja tan rápido, sin ataduras que la frenen,

su naturaleza cuántica las leyes clásicas sostienen

pero las trasciende, mostrando un poder singular,

la luz, maravilla científica, un enigma sin igual.


La luz, un milagro, surca el vacío sin fin,

a trescientos mil kilómetros, su danza sin confín.

No hay rival que la alcance, ni sombra que la atrape,

es un pulso del cosmos, que el tiempo no escapa.


En su esencia, un fotón, partícula y onda a la vez,

un enigma cuántico que burla la certeza al revés.

Superpuesta en estados, no elige un solo sendero,

es todos los caminos, un coro ligero y entero.


La cuántica la impulsa, en su vuelo sin freno,

entrelazada en espumas de un espacio pequeño.

No pregunta ni duda, su velocidad es ley,

un mandato del universo, un edicto de rey.


Probabilidades tejen su ruta fugaz,

en un vals de incertezas, su brillo no cae jamás.

La luz no solo viaja, es un canto al azar,

un milagro de ciencia que nunca ha de parar.


La Danza Lumínica

La luz viaja a trescientos mil kilómetros

por segundo, cruzando el vasto universo,

no hay nada más veloz en este cosmos inmenso,

es constante cósmica, es físico verso.

En el reino cuántico la explicación asoma,

donde la luz es onda y partícula a la vez,

fotones sin masa que el vacío no doma,

viajando en superposición con rapidez.

La cuántica nos muestra el misterio profundo:

cada fotón existe en estados múltiples,

colapsa al observarlo, cambia en un segundo,

es la superposición de caminos posibles.

No arrastra la carga de materia pesada,

libre de la masa que al tiempo distorsiona,

la relatividad su velocidad consagrada,

como límite universal que no abandona.

La luz es mensajera del tiempo primordial,

viaja entre las estrellas trayendo sus secretos,

es milagro científico, constante universal,

donde espacio y tiempo se vuelven obsoletos.

En la dualidad onda-partícula se esconde

el secreto cuántico de su veloz travesía,

a preguntas del cosmos, con su prisa responde,

tejiendo entre dimensiones su etérea geometría.


ree

ree

 
 
 

Comentarios


bottom of page