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CAPITULO 11 Más Allá de las Dimensiones

Canto I: El Viajero en el Cielo 200

En el Cielo 200, donde las estrellas suspiran,

Zamur caminaba entre sombras que deliran.

Las maravillas ante él, vastas y resplandecientes,

eran retos divinos, formas sorprendentes.


Pero su corazón, a pesar del brillo eterno,

seguía frío, como en un invierno.

Su mente vagaba, siempre en el pasado,

en Lauvalentina el amor que había dejado.


Rodeado de luces y cielos sin fin,

Zamur sentía el vacío, un peso ruin.

¿Qué valían las hazañas, las glorias del día,

si en su alma faltaba la dulce armonía?


Canto II: El Viaje de Lauvalentina

En otro rincón del cosmos, en un cielo distinto,

Lauvalentina avanzaba, su corazón extinto.

No se rendiría, su poder era inmenso,

su amor por Zamur, puro y denso.


Viajaba por dimensiones, rompía las fronteras,

cada paso más cerca, entre brumas y esferas.

Sabía que su amor podía desafiar al destino,

que en algún lugar lo encontraría divino.


A través de galaxias, de tiempos distantes,

Lauvalentina buscaba, entre cielos vibrantes.

Su alma ardía con una pasión sin igual,

pues sabía que el amor rompería el cristal.


Canto III: El Reencuentro en el Cielo 200

Finalmente, en un instante de magia y fervor,

Lauvalentina y Zamur sintieron el resplandor.

En el Cielo 200, donde todo converge,

sus almas se unieron, como el sol que emerge.


El encuentro fue suave, sin palabras ni ruido,

un abrazo eterno, en un beso encendido.

No necesitaban explicaciones ni razones,

pues su amor hablaba en mil vibraciones.


Zamur la miró, con el alma en los ojos,

y comprendió que su búsqueda, entre tantos despojos,

no era de reinos, ni saberes ni gloria,

sino de Lauvalentina la única en su historia.


Canto IV: Un Nuevo Comienzo

Pero aquel reencuentro no fue un final,

sino el principio de un amor celestial.

Ya no eran guerreros, ni promesas de antaño,

eran compañeros, un nuevo sueño en su paño.


Juntos, decidieron seguir su camino,

no como héroes, sino en su destino divino.

Explorarían los cielos, sin prisa ni miedo,

su amor como brújula, su corazón el credo.


No había cielo, dimensión o frontera,

que su amor no pudiera cruzar sin espera.

Zamur y Lauvalentina, unidos al fin,

trazarían su senda bajo un mismo confín.


Canto V: El Amor que Trasciende

En cada rincón del cosmos, el eco se oyó,

del amor de Zamur que todo lo venció.

Lauvalentina la fuerza que rompió dimensiones,

y juntos tejieron nuevas emociones.


Más allá del tiempo, del espacio y la guerra,

su amor era vasto, como mar en la tierra.

No había final en su historia inmortal,

su amor trascendía lo que es terrenal.


Así, en los cielos, se hicieron leyenda,

Zamur y Lauvalentina cuya pasión no se enmienda.

Y entre estrellas y mundos, dejaron su huella,

como dos almas puras, brillando en su estrella.

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