CAPITILO 12 "El Viajero Eterno: La Búsqueda de Zamur" El Despertar en el Reino Celestial
- samuel gaitan
- 21 ago 2024
- 4 Min. de lectura
Canto I: El Viajero Solitario
Por las vastas estrellas, donde el tiempo se pliega,
Zamur vagaba solo, su alma en una brega.
Guerrero indomable, forjador del destino,
su senda era incierta, su andar divino.
Buscaba en los cielos, en la sombra infinita,
el saber que en su mente jamás se aquilita.
Preguntas sin forma, dudas sin voz,
eran su guía, su eterno feroz.
En su nave viajaba por el frío y el viento,
cruzaba las telas del cosmos, sin aliento.
El hiperespacio era su hogar temporal,
pero su búsqueda era eterna, era esencial.
Canto II: El Reino del Hiperespacio Celestial
Un día cruzó, entre estrellas distantes,
las fronteras del tiempo, de eras brillantes.
Llegó al reino de luz, donde el cielo se eleva,
el Hiperespacio Celestial, donde el alma se renueva.
Allí, los guerreros, tan antiguos como el sol,
dominaban el combate, el poder sin control.
No solo luchaban con acero y destreza,
sino con la ciencia, con arcanos en fortaleza.
Los cielos eran suyos, los planos también,
viajaban por mundos donde el poder es rey.
Zamur, fascinado, en ellos vio su espejo,
un lugar para aprender, un sendero más lejos.
Canto III: El Encuentro con los Guerreros Celestiales
Zamur decidió quedarse, su alma inquieta,
para hallar en sus tierras la respuesta completa.
Los guerreros celestiales lo recibieron con honor,
viendo en su mirada un reflejo de valor.
Aprendió sus secretos, sus artes de guerra,
el conocimiento del cosmos que el alma destierra.
Le hablaron de Dios, una fuerza sagrada,
que guiaba sus pasos en la vida callada.
Nunca lo vieron, pero siempre lo sentían,
como un eco divino que el alma envolvía.
Dios les mostró el Cielo, el último hogar,
un plano de paz, lejos del pesar.
Canto IV: El Misterio del Cielo 100
Le hablaron del Cielo 100, un reino lejano,
donde las almas vivían, libres del humano.
En esa tierra etérea, el alma al fin vuela,
olvidando la Tierra y su lucha sin tregua.
La Tierra ya no existía, se había esfumado,
tras el Rapto final, su ser anulado.
Hace un millón de años, la humanidad partió,
y en ese Cielo perfecto, su ser floreció.
Zamur escuchaba con profunda atención,
buscando en sus palabras una revelación.
¿Qué era el Rapto? ¿Qué era ese hogar?
¿Por qué sentía en su pecho un pesar?
Canto V: La Admiración por el Conocimiento
A pesar de sus dudas, Zamur se adentró
en los misterios del cielo, en lo que aprendió.
La tecnología de estos guerreros excelsos,
era asombrosa, como universos inmensos.
Recolectó fragmentos de su ciencia arcana,
artefactos que brillaban con luz inhumana.
Cada pieza, cada parte, le otorgaba poder,
para construir su nave, y su flota hacer crecer.
No solo quería un ejército, sino algo mayor,
una flota inmortal, que navegara el error.
Quería cruzar multiversos, cielos y estrellas,
encontrar la verdad en sus formas más bellas.
Canto VI: La Revelación Interna
Pero a pesar de su ansia, de su eterno buscar,
Zamur empezó a cuestionar su andar.
Había visto reinos, aprendido el saber,
pero en su pecho, algo faltaba a su ser.
Los guerreros celestiales hablaban de paz,
de un Cielo perfecto, de Dios como faz.
¿Era eso lo que él anhelaba en verdad?
¿O su lucha era vana, una simple crueldad?
El Cielo 100 parecía un destino distante,
pero Zamur no quería olvidar el instante.
No quería perderse en la paz sin memoria,
pues su alma buscaba la eterna victoria.
Canto VII: La Creación de la Flota
Aún así, Zamur continuó su misión,
reuniendo las piezas con gran decisión.
Forjaba su nave, tan grandiosa y temida,
capaz de cruzar cualquier realidad dividida.
Quería crear una flota eterna y divina,
que navegara los cielos, que el cosmos domina.
Cada guerrero, cada estrella sería,
un paso más cerca de su ansiada armonía.
Pero mientras su poder crecía en expansión,
el vacío interno le causaba confusión.
¿Qué era lo que en verdad buscaba?
¿Era el poder o la verdad lo que su ser albergaba?
Canto VIII: El Dilema del Guerrero
Así, Zamur, en su flota grandiosa,
se encontró frente a una verdad horrorosa.
No era el poder lo que su alma anhelaba,
sino el sentido que en su pecho faltaba.
Podía cruzar multiversos, forjar su destino,
pero ¿qué ganaba con todo ese camino?
El Cielo 100, con su promesa de paz,
lo tentaba, pero algo en él era tenaz.
¿Podría abandonar su lucha, su causa vital,
para hallar un descanso en lo divinal?
O seguiría buscando, en cada rincón,
el saber que guiara su eterna ambición.
Canto IX: El Viaje Continúa
Zamur se decidió, su viaje no acababa,
su flota surcaría los cielos, no paraba.
Aunque el Cielo lo llamara, él seguiría,
buscando la verdad que su alma aún temía.
Por los reinos del cosmos, su nave volaría,
en cada universo su flota crecería.
Con el poder en sus manos y el saber en su mente,
Zamur avanzaba, aún no penitente.
El Hiperespacio Celestial le dio muchas respuestas,
pero aún quedaban preguntas que eran funestas.
Así, con su flota y su nueva visión,
Zamur continuó su eterna misión.
Canto X: El Guerrero y la Eternidad
Zamur, viajero inmortal, nunca halló su final,
pues su búsqueda era infinita, su destino fatal.
Aunque el poder había logrado forjar,
su alma seguía buscando un lugar.
El Cielo 100 lo esperaba en algún rincón,
pero su corazón luchaba con la razón.
No quería paz, sino entender el porqué,
de su eterna existencia, del sentido en su fe.
Y así, en los cielos, en el cosmos distante,
Zamur sigue su viaje, siempre desafiante.
Guerrero indomable, viajero sin par,
su búsqueda eterna, su única verdad.






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